miércoles, 15 de agosto de 2007

MISA JUBILAR POR LOS 25 AÑOS DE LA MISION JOSEFINA



7 de julio
MAS DE 500 NOS REUNIMOS EN LA EXPLANADA DEL SANTUARIO DE MAMA MUXIMA PARA DAR GRACIAS POR LOS 25 AÑOS

Desde temprano las diversas comisiones trabajan con gran entusiasmo para la celebración y comienzan a llegar hermanos y hermanas de otras congregaciones para el gran jubileo. Desde las 5 de la mañana el equipo de cocina prepara comida para 600 persoas: calderado do cabrito, carne estufada con arroz branco, frijoles con aceite de coyolito con pescado azado, camote, mandioca, banana pao, churrasco, frango (pollo) a la parrilla, papas fritas, ensalada, yinguinga de cabrito, moamba de gallina con su respectivo funge, leiton (lechón) al forno, Bolo (pastel, torta o kake de fiesta, Shanpagne, cerveza, vino, y wisky. Todo lo hacen en condiciones incomodas pero llenas de alegría y cantando: “Na oficina”, en el taller de Nazaret.
En el atrio todo es actividad para colocar las sillas, el altar, las ofrendas, ensayar el coro, probar el sonido, limpiar el lugar.

Cuando son un poco más de las 10, porque aquí el tiempo no corre con exactitud, comienza la procesión. Cruz alta, velas en ciriales, el coro y los concelebrantes: 2 padres Verbitas, 1 padre Vasco, y nosotros los josefinos: Cartagena, Gabriel, Mario, Carlos, Ebo.
Gómez, nuestro estudiante angolano de teología, es el ceremoniero, anima a toda la comunidad para recibirnos. Hay incienso, aplausos y muchas otras muestras de alegría.

El Hermano Moris, confundido como siempre entre los devotos, participa muy contento. De vez en cuando lo busco entre ellos para mantenerme en comunicación con él.
Las hermanas josefinas y otras religiosas que nos acompañan también se ven llenas de gozo y gratitud por esta presencia misionera josefina en esta tierra bendita de Angola y de modo especial en este santuario de Mamá Muxima y también de su esposo san José.

Preside la Eucaristía, Antonio Cartagena, en el lugar del Obispo que se esperaba pero no vino y del P. General que quería venir pero no pudo.
Muchos son los momentos emocionantes de la misa: la entronización de la Biblia que traída por el grupo juvenil, danzaba y cantaba que la palabra de Dios es como lluvia que moja y llena de vida la tierra. Lo hacían con verdadera devoción ante la admiración de todos.

Leemos las lecturas de la misa de san José pues celebramos su misa votiva. El salmo responsorial, el aleluya, todo me emociona fácilmente ya que es mal o bien de mi familia, llorar de alegría como lo hacían mis padres que en toda fiesta recitaban “reir llorando”.
Como aquí el tiempo no corre o camina al ritmo del Kwanzas que parece que ni se mueve, entre cantos, bailes, lecturas y moniciones y la extensa homilía, ya son casi las 12 del medio día. Al terminar, por las señas de tijeretas que le hacían los que estaban de frente, comienza el llamado de las devotas que se van a consagrar en este gran dia. 35 mujeres de Muxima y otras 20 de otros lugares.
Con mucha calma se van acercando al altar y después de las bendiciones responden a coro que piden ser admitidas en la Asociación de devotos y devotas de san José. Moris y Hermana Margarita son los encargados de colocarles las cintas que bendijo Cartagena y pintan de verde y amarillo los coloridos vestidos de las devotas.

Al final de la entrega, con voz de ronco viejo cantante de Jass, por la emoción y falta de algun alipur medicinal, el hermano Moris entona el canto “A ti nos consagramos”. En español porque se le olvidó el portugués y casi solo porque nadie lo logra alcanzar en aquellas bajuras.
Como a la 1.30 de la tarde termina la misa, que comenzó a las 10, con el saludo de los devotos de Luanda y la respuesta del párroco Mario, agradeciendo la presencia e invitándolos a seguir adelante como lo quiere san José.
En mis apuntes, por si me tocaba decir algo en este momento solemne, escribo:

En tiempos del Evangelio, Jesús estaba en peligro y José de Nazaret, lo trajo a Africa para salvarlo. Hace 25 años, también a nosotros los hijos e hijas, de Vilaseca y Cesarita, José de Nazaret nos trajo a Africa, para que nos evangelizaramos y ayudaramos en la evangelización de Angola. Le doy gracias a Dios por tener el privilegio de ser el único josefino venido de lejos para celebrar el jubileo de plata de nuestra misión josefina.

-Donde cabe uno caben todos, dice el P. Carlos Catanha, para invitar a almorzar en la casa de los padres a todos los participantes. Menos mal que yo vi desde temprano las grandes ollas de comida que se preparaban y si no que San José nos ayude a que Jesús haga la multiplicación de los panes y cacusos del Kwanzas.
Poco a poco se va llenando la terraza y el patio de la casa. Hay mesas para los convidados especiales y lugar para todos aunque no sea en mesas. Comemos todos y para seguir celebrando, bailamos toda la tarde hasta cansarnos.
Como a las 7 de la noche va terminando la música y la fiesta de los 25 años. Y a dormir, cansados pero felices de tan hermosa celebración

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