miércoles, 20 de mayo de 2009

PRIMERO DE MAYO EN SANTIAGO DE CHILE.






En el Bicentenario de la Independencia de Chile ofrezcamos al Señor en la fiesta de San José Obrero un gran acuerdo nacional por el trabajo digno.


Desde su altar, con el Jesús que tiene en sus manos la azucena transformada en Shofar para sonar el Jobel que convoca al permanente año de Gracia y Solidaridad, estaba la imagen de san José de la catedral y los josefinos y josefinas que vivimos en Chile para dar a conocer a san José y colaborar en la Evangelización en estas tierras.

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Como todos los años, la Vicaría de los Trabajadores convocó una vez más a los obreros y fieles a celebrar la fiesta de san José Obrero, presididos por el Señor Cardenal Arzobispo de Santiago, vicarios episcopales, sacerdotes, devotos de san José y autoridades sindicales y del Gobierno pertenecientes al mundo del trabajo.

El histórico conjunto de "Los Perales" ejecutó la Misa de los trabajadores del P. Esteban Gamucio, entre cuyos cantos está el hermoso canto de comunión en que se recuerda a la Señora María como la esposa de San José: "Señora de san José tejedora de chalecos, para ayudar a su sueldo madre de los brazos firmes, tan animosa y humilde consejera de humillados, tiene los pies cansados de tanto buscar carbón, va nuestro pueblo a su lado aprendiendo la lección."

El P. Tupper, vicario de los trabajadores al iniciar la celebración dio la bienvenida a los asistentes:

“Como Vicario de la Pastoral Social y de los Trabajadores me alegra profundamente recibir en este templo catedral a tantos representantes de nuestra sociedad: líderes sindicales, trabajadores y trabajadoras, líderes políticos, jefes y jefas de hogar, jóvenes, autoridades nacionales, obreros que construyen la línea 5 del metro, hermanos refugiados provenientes de Colombia y otros países más lejanos, trabajadores cesantes, religiosos, todos juntos para celebrar la dignidad del trabajo humano, la festividad de San José Obrero que el papa Pío XII instituyó hace 54 años. San José, el maestro de la responsabilidad, maestro del servicio, que guió las manos del joven Jesucristo en la primera transformación del mundo que hizo el Señor: el trabajo manual en el taller de Nazareth.”

Por su parte, el Señor Arzobispo Francisco Javier Errazuriz, en la homilía en la que destacó la Doctrina Social de la Iglesia y del Documento de Aparecida sobre la dignidad del Trabajo, refiriéndose a nuestro Santo dijo:

Convocados por el Maestro de Nazaret nos reunimos en torno a su altar para honrar a San José Obrero y recordar la familia que formó con su esposa María, como también su taller artesanal, en el cual aprendió y practicó su hijo Jesús el mismo oficio de carpintero de su padre.

No fue un hecho casual que Jesucristo naciera y creciera en ese hogar y en esas circunstancias. Así lo quiso el Padre de los cielos en su infinita sabiduría y bondad. El Hijo de Dios vendría a este mundo como nuestro hermano y salvador, y se haría semejante a nosotros en todo menos en el pecado, y de una manera muy especial, semejante a los trabajadores que se ganan el pan de cada día con el esfuerzo de sus manos y el sudor de su frente.

Recordando a San José Obrero, ese hombre justo y fiel que escogió Dios como padre adoptivo para su propio Hijo, y admirando su espíritu de servicio y su opción permanente por cumplir la voluntad de Dios, conmemoramos asimismo el Día Internacional del Trabajo. La Iglesia no puede olvidar su cuna en casa de un carpintero, ni la vocación sublime de cada ser humano, de colaborar con Dios para crear con él, guiados por su mano, un mundo más humano para todos.

Por eso invocamos al Señor, por la intercesión de San José Carpintero, Patrono de este día del trabajo, como se lo pedimos en la Oración Colecta de esta Misa:“Padre Dios, Creador de las personas y las cosas, Tú has establecido la ley del trabajopara el desarrollo de la persona humana. Concédenos que ayudados por el ejemplo y la protección de San José, realicemos las obras que nos encomiendasy obtengamos la recompensa que Tu mismo nos prometes”.
Que los apóstoles del Señor Jesús -pescadores artesanales, constructores de tiendas de campaña, labradores y recaudadores de impuesto - nos inspiren con su testimonio para lograr ser plenamente discípulos misioneros del Señor. Que San José Obrero, varón justo y solidario, nos sostenga en las horas de fatiga, y San Alberto Hurtado nos inspire en nuestro empeño por la ayuda fraterna y la justicia social. Y que Nuestra Señora del Carmen, Madre de nuestra Patria, sea Madre de nuestra esperanza y de nuestra alegría, de nuestra unidad y de nuestros compromisos solidarios, y que sea nuestro amparo en medio del sufrimiento y el dolor. Que su compañía materna ilumine nuestros esfuerzos, como lo hizo con su hijo, Jesús, el Carpintero de Nazaret.

“Invitamos a todos para el en el Bicentenario podamos ofrecer al Señor en la fiesta de San José Obrero un gran acuerdo nacional por el trabajo digno”, dijo el Cardenal Errazuriz al terminar su homilía. Así sea.

domingo, 26 de abril de 2009

125 aniversario de la Pascua de Madre Cesarita


Vivió para Gloria de Jesús, María y José y murió pronunciando sus dulcísimos nombres. En sus graves penas decía al señor san José: “Fortaleza mía, ten piedad de tu hija tan miserable".

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Con una misa en la Capilla San José de la Parroquia Santa María Magdalena de Puente Alto en Santiago de Chile, la familia Josefina recordó y celebró el 125 aniversario de la Pascua de Madre Cesarita, la Venerable fundadora con el P. José María Vilaseca, de la Congregación de Hijas de María y Señor San José, hoy conocidas como Hemanas Josefinas.

Para dar a conocer la vida de tan ilustre mujer y de la gran devoción que tenía por san José, el Centro Josefino de Chile, ha publicado un folleto con el resumen de su vida escrita por el mismo Padre Vilaseca a pocos años de su muerte.

“Con motivo del 125 aniversario de la Pascua de la Madre Cesarita, leamos la Biografía escrita por el P. Vilaseca, su padre y maestro que la eligió en nombre de Dios, para ser la fundadora de las Hermanas Josefinas, fijando nuestra atención en la gran devoción que tuvo a San José, su padrino, junto con María, en sus desposorios con el Niño Jesús y en todos los momentos de su vida.

Para que sirva de ejemplo a la Iglesia que peregrina en Chile y de modo especial la que vive su fe en las Parroquias María Magdalena en Puente Alto y San Juan Evangelista en el centro de Santiago la publicamos para recordar el 125 aniversario de su pascua y pidiendo, como lo hizo el Padre Vilaseca, que obtenga para nuestra comunidades muchas bendiciones: ¡Qué no alcanzará de nuestro padre el señor san José esa su hija predilecta que tanto hizo siempre en su favor!”


sábado, 4 de abril de 2009

VILASECA VIVE EN AL IGLESIA DE CHILE Y EL MUNDO


Como un feliz broche de oro de los 7 domingos y el mes de San José y un excelente inicio de la Semana Santa, celebramos el viernes 3 de abril, en la Parroquia San Juan Evangelista de Santiago de Chile, la dichosa memoria del 99 aniversario de la Pascua del P. José María Vilaseca, gran devoto de San José, discípulo y misionero de Jesús y fundador de la familia Josefina.

Con un triduo de misas, presididas por el P. Antonio Rivera Ibarra, superior General de la Congregación de Misioneros Josefinos, de visita en Santiago, nos preparamos a la celebración, ofreciendo la Eucaristía por su pronta beatificación y leyendo el relato anónimo, seguramente de alguna hermana josefina que estuvo cerca de él en su muerte, que con filiales detalles narra lo acontecido en el lejano 1, 2 y 3 de abril de 1910.

El día 3 nos reunimos para la celebración a las 19.30 horas, presididos por Mons. Andrés Arteaga, Obispo Auxiliar del Cardenal Errázuriz quien por diversos compromisos no pudo acompañarnos; el P. Antonio Rivera, Superior General y el P. Francisco Javier Manterola, Vicario de la zona Centro; el P. Francisco Arturo Rodríguez Solis, vicario parroquial y el P. Gabriel Rodríguez Celis, párroco de San Juan Evangelista.

También estaba la hermana Cecilia Fuentes y la hermana Albina, de la comunidad de Hermanas Josefinas que trabajan en Puente Alto, con numerosos devotos de San José y miembros de la parroquia y una representación de la Sociedad de Obreros de San José.

El coro Vasco de Santiago, con gran calidad artística ejecutó hermosos cantos. Durante el canto de entrada, la Hermana Cecilia Fuentes, hija predilecta del P. Vilaseca, porque ha sido Superiora General de las Hermanas Josefinas, encendió el candelero de siete velas, recordando los 7 dolores y gozos de San José, frecuentemente recitados por el P. Vilaseca, y el cirio Pascual para recordar su Pascua.

Al terminar el canto de entrada, leímos el conmovedor relato del momento de la muerte del Fundador:

“Todo el 3 de abril permanecieron los Padres Josefinos y Hermanas Josefinas rezando las oraciones de los agonizantes para ayudarle a bien morir a nuestro Fundador. A las 5 y cuarto el Reverendo Padre Ruiz, avisó que ya iba a entrar en agonía. Por fin a las 5 y 50 minutos de la tarde, estando a su lado yo (el Padre Luís G. Beltrán), el P. Esqueda y el Padre Telésforo Ruiz, expiró placidamente y entregó su alma al Señor, a quien sirvió fielmente durante su larga vida de 79 años, tres meses, 14 días; y a quien amó con todo su corazón, pues sus palabras favoritas que repetía muchas veces al día, eran: Jesús, María y José. Bendito sea Dios. Glorificado sea Dios por los siglos de los siglos. Amén.”

En la homilía, Mons. Andrés, dio gracias porque la celebración le había permitido conocer la vida de un verdadero discípulo misionero de Jesús, desde una gran devoción al Santo Patriarca José, e invitó a todos los presentes a imitar las virtudes del ilustre Fundador de la familia josefina.

Al terminar la celebración, el P. General agradeció la presencia de los amigos y amigas de san José y de la Congregación y explicó ampliamente los objetivos del año jubilar “Vilaseca Vive” que se ha inaugurado en México y El Salvador, el 21 de marzo y aquí en Chile en el preciso día y hora de la plácida muerte de Nuestro Padre.

El coro Vasco, como canto final, interpretó la hermosa área “Va pensiero” del Nabucco de Verdi, que al recordar la nostalgia de Sion del Pueblo de Dios en el salmo 137, nos reaviva nuestra nostalgia de la Jerusalén celestial, donde esperamos reunirnos con el P. Vilaseca y todos los que nos han precedido en la señal de la fe.

Una fraterna convivencia parroquial puso punto final a la conmemoración, donde brindamos con vino chileno, empanadas y champaña para recordar la que el doctor Urrutia recetó a Nuestro Padre, un día antes de su muerte, según el relato anónimo que encontramos en la Biografía del P. Crescencio:

“A las siete de la noche del 2 de abril, volvió el doctor Urrutia, le hizo la misma operación en la garganta (con pinzas envueltas en algodón le limpiaba la garganta para que pudiera respirar, pero era una operación muy dolorosa porque el pobrecito se estremecía todo y se le rodaban las lágrimas) y le recetó para que tomara cada media hora una cucharada de Champaña, que se le estuvo dando hasta las 3 de la mañana”.

Nosotros sólo tomamos una copa de champaña al terminar la conmemoración para decir con todos los josefinos y josefinas presentes en Chile y el mundo, “Vilaseca, vive”. Amén.

 

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