miércoles, 22 de agosto de 2007

ALGUNOS RECUERDOS DE LA MISION JOSEFINA DE ANGOLA (2)


2. SAN JOSESITO PRONTO OYÓ NUESTRA ORACIÓN

Cansados por el viaje pero bien animados por el Cristo del Envío, llegamos a Lisboa, Portugal. Allí tuvimos un pequeño contratiempo. Nosotros pensábamos que nos esperaban en el aeropuerto pues teníamos en cuenta de que ya estaban avisados. Y sí, de parte de la Congregación ya habían avisado, sólo que el Padre que había recibido el aviso todavía no daba el aviso al P. Superior de la casa.

-Nosotros confiados que nos esperaban quedamos extrañados que nadie nos esperara en el aeropuerto, pero tomamos un taxi y nos dirigimos a la casa de los Padres Espiritanos que era donde nos hospedaríamos.

-Llegamos, y el Padre que nos recibió quedó sorprendido pues no sabía de nuestra llegada y nosotros con la desvelada y el cansancio queríamos ya descansar.

-Por más que le explicábamos no nos entendía ni comprendía nuestra situación. Entonces le pedimos dejar nuestros velices y nosotros ir a un hotel para dormir y que después regresábamos, pues allí era donde teníamos que pasar el tiempo necesario para aprender la lengua portuguesa.

Entre súplica y súplica y pidiendo a San Josesito que pronto oyó nuestra oración, cuando estábamos casi para salir llegó uno de los hermanos. El ya sabía de nuestra llegada, así que de inmediato nos pasaron, nos dieron nuestro cuarto y pasamos nuestra primera noche en Portugal con destino a nuestra misión de Angola.
Los padres Espiritanos, hombres virtuosos y acostumbrados a ver pasar y regresar a muchos misioneros para Africa, no tuvimos ningún problema al estar con ellos. Así que nos sentimos en nuestra casa.
Al otro día, desorientados, tanto por el lugar como por la lengua y desvelados, quisimos luego conocer el camino que nos llevaría a la escuela de portugués, en los próximos días que se seguirían.
Así llegamos a la escuela, acompañados del Hermano Silva, espiritano él. El hermano conocía todo el movimiento de la escuela y no solo eso, pues era nada menos que el procurador de los Obispos de Angola. Nos presentó con una profesora que con gusto nos aceptó y que nosotros también con gusto la aceptamos.
Quedó de darnos nuestras clases de portugués al P. Vicente y a mí en el período de la tarde, y así pasamos nuestra estancia en Portugal, esperando con mucha paciencia nuestra visa para entrar en Angola.
Fue en esta escuela y con esta profesora que un día me dijo: -Repare, señor González.
Y yo, que no sabía portugués, me puse a saltar como los burros o borregos de mi pueblo Santiaguito Masdá, creyendo que era alguna dinámica escolar. Cuando aprendí me di cuenta que me decía que reflexionara en lo que me preguntaba, pero ya me había hecho relinchar sin querer queriendo.

Hermano Maurilio González, m.j.
Misión de Angola, Julio 2007.

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