Roma, 7 de julio del año del Señor 2007
El padre José María Vilaseca, que pasó de este mundo al Padre hace 97 años, nos dejó como legado a sus hijos e hijas continuar la obra de Jesús sintetizada en las palabras del profeta Isaías: el Espíritu del Señor está sobre mí; me ha ungido para llevar buenas y alegres noticias a los pobres, para proclamar la libertad a los oprimidos.
Fieles a esta consigna, cuatro Hermanas Josefinas —Celia Hernández, Mercedes Correa, Teresa Estrada y Angélica Escalante— llegaron a Muxima en 1981, y un año después, tres Misioneros Josefinos —Vicente Hernández, Salvador Osnaya y Maurilio González. Habían sido invitados por el entonces arzobispo de Luanda, Mons. Eduardo André Muaca, de feliz memoria, y enviados por sus superiores respectivos.
Hoy, 25 años después de haber llegado a Africa y de vivir aquí, los y las josefinas damos gracias a Dios por el llamado que hizo a los Institutos Josefinos a través del arzobispo Muaca y por la vida y las maravillas que Dios ha hecho en cada uno de ustedes y por medio de ustedes en tantos hombres y mujeres africanas.
La razón de la venida de los Josefinos a Angola fue atender a los hijos de Mamá Muxima que llegan a su santuario. Por lo tanto, ella ha de ser el estandarte que vaya delante en la evangelización josefina de este pueblo, aquí en Muxima y en los otros lugares de Angola donde haya josefinos. Ella, Mamá Muxima, pero acompañada de su esposo José, con quien vivió en Nazareth y quien anduvo con ella en sus viajes a Belén, a Egipto y a Jerusalén. Ambos ponen delante de ustedes, sus devotos, a Jesús, su hijo, como lo hicieron con los Magos llegados de Oriente.
Padres, hermanos, hermanas y devotos josefinos: felicidades por ser los continuadores de la obra de Vilaseca en Africa, particularmente, en Muxima, en Cazenga, en Precol y en Huambo.
Adelante, siempre adelante y dispuestos a hacer en todo lo mejor.
Con cariño de hermano y solicitud de pastor,
P. Antonio Rivera, m.j.
Superior general.
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