miércoles, 20 de mayo de 2009

PRIMERO DE MAYO EN SANTIAGO DE CHILE.






En el Bicentenario de la Independencia de Chile ofrezcamos al Señor en la fiesta de San José Obrero un gran acuerdo nacional por el trabajo digno.


Desde su altar, con el Jesús que tiene en sus manos la azucena transformada en Shofar para sonar el Jobel que convoca al permanente año de Gracia y Solidaridad, estaba la imagen de san José de la catedral y los josefinos y josefinas que vivimos en Chile para dar a conocer a san José y colaborar en la Evangelización en estas tierras.

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Como todos los años, la Vicaría de los Trabajadores convocó una vez más a los obreros y fieles a celebrar la fiesta de san José Obrero, presididos por el Señor Cardenal Arzobispo de Santiago, vicarios episcopales, sacerdotes, devotos de san José y autoridades sindicales y del Gobierno pertenecientes al mundo del trabajo.

El histórico conjunto de "Los Perales" ejecutó la Misa de los trabajadores del P. Esteban Gamucio, entre cuyos cantos está el hermoso canto de comunión en que se recuerda a la Señora María como la esposa de San José: "Señora de san José tejedora de chalecos, para ayudar a su sueldo madre de los brazos firmes, tan animosa y humilde consejera de humillados, tiene los pies cansados de tanto buscar carbón, va nuestro pueblo a su lado aprendiendo la lección."

El P. Tupper, vicario de los trabajadores al iniciar la celebración dio la bienvenida a los asistentes:

“Como Vicario de la Pastoral Social y de los Trabajadores me alegra profundamente recibir en este templo catedral a tantos representantes de nuestra sociedad: líderes sindicales, trabajadores y trabajadoras, líderes políticos, jefes y jefas de hogar, jóvenes, autoridades nacionales, obreros que construyen la línea 5 del metro, hermanos refugiados provenientes de Colombia y otros países más lejanos, trabajadores cesantes, religiosos, todos juntos para celebrar la dignidad del trabajo humano, la festividad de San José Obrero que el papa Pío XII instituyó hace 54 años. San José, el maestro de la responsabilidad, maestro del servicio, que guió las manos del joven Jesucristo en la primera transformación del mundo que hizo el Señor: el trabajo manual en el taller de Nazareth.”

Por su parte, el Señor Arzobispo Francisco Javier Errazuriz, en la homilía en la que destacó la Doctrina Social de la Iglesia y del Documento de Aparecida sobre la dignidad del Trabajo, refiriéndose a nuestro Santo dijo:

Convocados por el Maestro de Nazaret nos reunimos en torno a su altar para honrar a San José Obrero y recordar la familia que formó con su esposa María, como también su taller artesanal, en el cual aprendió y practicó su hijo Jesús el mismo oficio de carpintero de su padre.

No fue un hecho casual que Jesucristo naciera y creciera en ese hogar y en esas circunstancias. Así lo quiso el Padre de los cielos en su infinita sabiduría y bondad. El Hijo de Dios vendría a este mundo como nuestro hermano y salvador, y se haría semejante a nosotros en todo menos en el pecado, y de una manera muy especial, semejante a los trabajadores que se ganan el pan de cada día con el esfuerzo de sus manos y el sudor de su frente.

Recordando a San José Obrero, ese hombre justo y fiel que escogió Dios como padre adoptivo para su propio Hijo, y admirando su espíritu de servicio y su opción permanente por cumplir la voluntad de Dios, conmemoramos asimismo el Día Internacional del Trabajo. La Iglesia no puede olvidar su cuna en casa de un carpintero, ni la vocación sublime de cada ser humano, de colaborar con Dios para crear con él, guiados por su mano, un mundo más humano para todos.

Por eso invocamos al Señor, por la intercesión de San José Carpintero, Patrono de este día del trabajo, como se lo pedimos en la Oración Colecta de esta Misa:“Padre Dios, Creador de las personas y las cosas, Tú has establecido la ley del trabajopara el desarrollo de la persona humana. Concédenos que ayudados por el ejemplo y la protección de San José, realicemos las obras que nos encomiendasy obtengamos la recompensa que Tu mismo nos prometes”.
Que los apóstoles del Señor Jesús -pescadores artesanales, constructores de tiendas de campaña, labradores y recaudadores de impuesto - nos inspiren con su testimonio para lograr ser plenamente discípulos misioneros del Señor. Que San José Obrero, varón justo y solidario, nos sostenga en las horas de fatiga, y San Alberto Hurtado nos inspire en nuestro empeño por la ayuda fraterna y la justicia social. Y que Nuestra Señora del Carmen, Madre de nuestra Patria, sea Madre de nuestra esperanza y de nuestra alegría, de nuestra unidad y de nuestros compromisos solidarios, y que sea nuestro amparo en medio del sufrimiento y el dolor. Que su compañía materna ilumine nuestros esfuerzos, como lo hizo con su hijo, Jesús, el Carpintero de Nazaret.

“Invitamos a todos para el en el Bicentenario podamos ofrecer al Señor en la fiesta de San José Obrero un gran acuerdo nacional por el trabajo digno”, dijo el Cardenal Errazuriz al terminar su homilía. Así sea.

domingo, 26 de abril de 2009

125 aniversario de la Pascua de Madre Cesarita


Vivió para Gloria de Jesús, María y José y murió pronunciando sus dulcísimos nombres. En sus graves penas decía al señor san José: “Fortaleza mía, ten piedad de tu hija tan miserable".

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Con una misa en la Capilla San José de la Parroquia Santa María Magdalena de Puente Alto en Santiago de Chile, la familia Josefina recordó y celebró el 125 aniversario de la Pascua de Madre Cesarita, la Venerable fundadora con el P. José María Vilaseca, de la Congregación de Hijas de María y Señor San José, hoy conocidas como Hemanas Josefinas.

Para dar a conocer la vida de tan ilustre mujer y de la gran devoción que tenía por san José, el Centro Josefino de Chile, ha publicado un folleto con el resumen de su vida escrita por el mismo Padre Vilaseca a pocos años de su muerte.

“Con motivo del 125 aniversario de la Pascua de la Madre Cesarita, leamos la Biografía escrita por el P. Vilaseca, su padre y maestro que la eligió en nombre de Dios, para ser la fundadora de las Hermanas Josefinas, fijando nuestra atención en la gran devoción que tuvo a San José, su padrino, junto con María, en sus desposorios con el Niño Jesús y en todos los momentos de su vida.

Para que sirva de ejemplo a la Iglesia que peregrina en Chile y de modo especial la que vive su fe en las Parroquias María Magdalena en Puente Alto y San Juan Evangelista en el centro de Santiago la publicamos para recordar el 125 aniversario de su pascua y pidiendo, como lo hizo el Padre Vilaseca, que obtenga para nuestra comunidades muchas bendiciones: ¡Qué no alcanzará de nuestro padre el señor san José esa su hija predilecta que tanto hizo siempre en su favor!”


sábado, 4 de abril de 2009

VILASECA VIVE EN AL IGLESIA DE CHILE Y EL MUNDO


Como un feliz broche de oro de los 7 domingos y el mes de San José y un excelente inicio de la Semana Santa, celebramos el viernes 3 de abril, en la Parroquia San Juan Evangelista de Santiago de Chile, la dichosa memoria del 99 aniversario de la Pascua del P. José María Vilaseca, gran devoto de San José, discípulo y misionero de Jesús y fundador de la familia Josefina.

Con un triduo de misas, presididas por el P. Antonio Rivera Ibarra, superior General de la Congregación de Misioneros Josefinos, de visita en Santiago, nos preparamos a la celebración, ofreciendo la Eucaristía por su pronta beatificación y leyendo el relato anónimo, seguramente de alguna hermana josefina que estuvo cerca de él en su muerte, que con filiales detalles narra lo acontecido en el lejano 1, 2 y 3 de abril de 1910.

El día 3 nos reunimos para la celebración a las 19.30 horas, presididos por Mons. Andrés Arteaga, Obispo Auxiliar del Cardenal Errázuriz quien por diversos compromisos no pudo acompañarnos; el P. Antonio Rivera, Superior General y el P. Francisco Javier Manterola, Vicario de la zona Centro; el P. Francisco Arturo Rodríguez Solis, vicario parroquial y el P. Gabriel Rodríguez Celis, párroco de San Juan Evangelista.

También estaba la hermana Cecilia Fuentes y la hermana Albina, de la comunidad de Hermanas Josefinas que trabajan en Puente Alto, con numerosos devotos de San José y miembros de la parroquia y una representación de la Sociedad de Obreros de San José.

El coro Vasco de Santiago, con gran calidad artística ejecutó hermosos cantos. Durante el canto de entrada, la Hermana Cecilia Fuentes, hija predilecta del P. Vilaseca, porque ha sido Superiora General de las Hermanas Josefinas, encendió el candelero de siete velas, recordando los 7 dolores y gozos de San José, frecuentemente recitados por el P. Vilaseca, y el cirio Pascual para recordar su Pascua.

Al terminar el canto de entrada, leímos el conmovedor relato del momento de la muerte del Fundador:

“Todo el 3 de abril permanecieron los Padres Josefinos y Hermanas Josefinas rezando las oraciones de los agonizantes para ayudarle a bien morir a nuestro Fundador. A las 5 y cuarto el Reverendo Padre Ruiz, avisó que ya iba a entrar en agonía. Por fin a las 5 y 50 minutos de la tarde, estando a su lado yo (el Padre Luís G. Beltrán), el P. Esqueda y el Padre Telésforo Ruiz, expiró placidamente y entregó su alma al Señor, a quien sirvió fielmente durante su larga vida de 79 años, tres meses, 14 días; y a quien amó con todo su corazón, pues sus palabras favoritas que repetía muchas veces al día, eran: Jesús, María y José. Bendito sea Dios. Glorificado sea Dios por los siglos de los siglos. Amén.”

En la homilía, Mons. Andrés, dio gracias porque la celebración le había permitido conocer la vida de un verdadero discípulo misionero de Jesús, desde una gran devoción al Santo Patriarca José, e invitó a todos los presentes a imitar las virtudes del ilustre Fundador de la familia josefina.

Al terminar la celebración, el P. General agradeció la presencia de los amigos y amigas de san José y de la Congregación y explicó ampliamente los objetivos del año jubilar “Vilaseca Vive” que se ha inaugurado en México y El Salvador, el 21 de marzo y aquí en Chile en el preciso día y hora de la plácida muerte de Nuestro Padre.

El coro Vasco, como canto final, interpretó la hermosa área “Va pensiero” del Nabucco de Verdi, que al recordar la nostalgia de Sion del Pueblo de Dios en el salmo 137, nos reaviva nuestra nostalgia de la Jerusalén celestial, donde esperamos reunirnos con el P. Vilaseca y todos los que nos han precedido en la señal de la fe.

Una fraterna convivencia parroquial puso punto final a la conmemoración, donde brindamos con vino chileno, empanadas y champaña para recordar la que el doctor Urrutia recetó a Nuestro Padre, un día antes de su muerte, según el relato anónimo que encontramos en la Biografía del P. Crescencio:

“A las siete de la noche del 2 de abril, volvió el doctor Urrutia, le hizo la misma operación en la garganta (con pinzas envueltas en algodón le limpiaba la garganta para que pudiera respirar, pero era una operación muy dolorosa porque el pobrecito se estremecía todo y se le rodaban las lágrimas) y le recetó para que tomara cada media hora una cucharada de Champaña, que se le estuvo dando hasta las 3 de la mañana”.

Nosotros sólo tomamos una copa de champaña al terminar la conmemoración para decir con todos los josefinos y josefinas presentes en Chile y el mundo, “Vilaseca, vive”. Amén.

lunes, 25 de agosto de 2008

CUARTO ANIVERSARIO DE LOS DEVOTOS DE SAN JOSE DE SE CATEDRAL DE HUAMBO


Con gran alegría celebraron su cuarto aniversario los devotos de San José de Se Catedral de Huambo. El padre Gabriel, acompañado del Hermano Moris y Hermana Adriana, celebró la misa para los miembros de la Asociación de San José y numerosos fieles de la Comunidad Santa María Madre de Dios de Caala a unos 30 km. de la ciudad de Huambo.
Después de la Misa tuvieron una asamblea conmemorativa en la que el Padre Gabriel les habló del proximo Simposio internacional; Hermana Adriana los exhortó a evaluar su camino realizado en los 4 años y a seguir caminando llenos de amor a San José. El Hermano Moris, fundador de la asociación en Huambo, los felicitó y animó a seguir amando a San José.
Enseguida tuvimos una convivencia en las majestuosas piedras de Caala, unicas en el mundo por su tamaño y caprichosas formas. Seguiremos informando.
Hermano Moris y Hermana Adriana.
La imagen de san José que vemos fue traida desde Sao Paolo, Brasil, por el P. Gabriel para la escuela Vilaseca-Esparza de Huambo.

lunes, 7 de julio de 2008

26 AÑOS DE PRESENCIA JOSEFINA EN ANGOLA


El 7 de julio, fiesta de la Pureza de San José, la familia josefina suma un año más de presencia en Angola.
Hace un año se celebraron las bodas de plata de la misión con una misa solemne en el santuaria de Mamá Muxima en las orillas del caudaloso rio Kuansas y un congreso Josefino "Sencillos como el Hijo del Carpinteero" en la ciudad de Huambo.
Al cumplirse un año más de nuestra presencia evangelizadora, llevando a San José como estandarte pedimos muchas bendiciones para que sigan colaborando en la obra de la Evangelización de Angola bajo la protección del santo Patriarca.

lunes, 17 de marzo de 2008

FIESTA DE SAN JOSE EN SANTIAGO DE CHILE


Tanto en la parroquia de San Juan Evangelista en el centro de la ciudad, como en la capilla San José de la Parroquia María Magdalena de Puente Alto, donde hay comunidades de misioneros y de hermanas Josefinas se celebró con devoción y alegría la fiesta de San José el 15 de marzo como lo indicaba la liturgia.
Desde aquí saludamos a todos los devotos de San José con este sermón de 1642 donde se habla hermosamente de nuestro Santo Patrono.
En portugués para que lo disfruten nuestros hermanos de Angola, Brasil, y Portugal.
P. Gabriel.

La hermana Mercedes se encuentra en estas latitudes desde hace un mes. Esta bien, contenta y trabajólica como siempre. Les manda muchos saludos a todas sus amistades y principalmente a los devotos de Mama Muxima y San José.




SERMÃO DE S. JOSÉ
Sermão do Padre António Vieira proferido na Capela Real em 19 de Março de 1642, festividade de S. José.

Cum esset desponsata Mater Jesu Maria Joseph
[Maria, Mãe de Jesus, estava comprometida em casamento com José; Mateus 1, 18.]
I. Estando Cristo Redentor nosso na cruz, olhou para S. João, o discípulo amado, e encarregou-lhe que tivesse cuidado de servir e acompanhar a sua Santíssima Mãe. Reparam alguns santos em não dar o Senhor este cargo a outro apóstolo, senão a S. João, porque ainda que em S. João concorriam todas as qualidades, em algumas era igualado, e em alguma excedido; e para mordomo da Rainha dos Anjos todos o excediam no atributo da ancianidade. Pois se era mais moço João, e havia outros amados, e mais parentes, porque não escolheu Cristo a outro discípulo, senão a S. João para este ofício? A razão foi; porque o ofício de acompanhar e servir à Senhora, era ofício de S. José, enquanto viveu: e para substituir em ausências de José, quem havia de ser, senão João? Não é menos que de S. Cipriano o pensamento: Ut non tam Joseph oneretur tanti ministerii praepositura, sed Joannes. Morrera José: vagara no mundo aquele grande lugar; e para substituir em sua morte, para suceder em sua ausência, ninguém havia no mundo que estivesse a caber, senão quem? João, o amado de Deus. João o amado de Deus substitui a José: Non tam Joseph, sed Joannes.
E isto quando? No dia de seu nascimento. Parece que não pode ser; porque nem o real, nem o nascimento podem competir a S. João aqui. Ora tudo foi. Quando Cristo deu a S. João o cuidado de servir à Senhora, as palavras que disse foram estas: Mulier, ecce Filius tuus: João, XIX, 26. Mulher, eis aí teu filho. Deinde dicit discipulo: Ecce Mater tua [João 19, 27]. João, eis aí tua Mãe. Mãe e Filho, de que maneira? Mãe tinha S. João, mas era Maria Salomé: Filho era, mas do Zebedeu. Pois se estes eram seus pais, como se chama João filho da Senhora, e a Senhora Mãe de João? É porque João tornou a nascer nesta hora, e nasceu só da Virgem por força das palavras de Cristo. Autores houve, e entre eles expressamente S. Pedro Damião, que disseram, que assim como as palavras, Hoc est Corpus meum [Isto é o meu Corpo], ditas uma vez por Cristo, tiveram força para converter o pão em corpo do mesmo Cristo; assim as palavras, Mulier, ecce Filius tuus, tiveram força para fazer a S. João, e o converterem de filho do Zebedeu em filho de Maria.
De maneira, que S. João teve dois nascimentos: um nascimento natural, com que nasceu filho do Zebedeu; outro nascimento sobrenatural, com que nasceu filho da Mãe de Deus. Pelo primeiro nascimento nasceu nas praias do Tiberíade; pelo segundo nascimento nasceu ao pé da cruz. Pelo primeiro nascimento nasceu de geração humilde; pelo segundo nascimento nasceu da mais ilustre e real prosápia que havia no mundo, filho de uma Senhora., herdeira de um rei morto à mão de seus inimigos: Jesus Nazarenus Rex Judaeorum [Jesus de Nazaré rei dos Judeus]. Assim nasceu S. João segunda vez, e assim foi necessário que nascesse, para suceder no lugar de S. José como sucedeu; porque, só se pode substituir dignamente a morte de José, com quê? Com o nascimento real de um João, o amado de Deus: Discipulum, quem diligebat: Mulier ecce Filius teus: Non tam Joseph, sed Joannes.
II
Só vejo me podem reparar os curiosos em falar no dia de S. José por termos de morte, sendo que mais devia com um, e outro intento chamar-lhe, nascimento; porque assim chama a Igreja às mortes dos santos: Natalitia Sanctorum. Se eu não fora mais amigo da verdade, que da propriedade, assim o fizera; mas as mortes de outros santos podem-se chamar nascimentos; a morte de S. José, não. As mortes de outros santos podem-se chamar nascimentos, porque quando morreram à vida temporal, nasceram à vida eterna. Não assim S. José. Como não estava ainda aberta a porta do Céu, quando S. José morreu, não foi o Santo no dia de sua morte à glória, senão ao Limbo. Ao Limbo S. José neste dia? Valha-me Deus; que duvidoso horóscopo! Não sei eu como poderei provar o que entrei dizendo que não se podia nascer com melhor planeta. Dizem os matemáticos, que nascer com os planetas debaixo da Terra, é prognóstico de infelicidades. Pois se S. José neste dia seu o temos todo debaixo da terra, o corpo na sepultura, a alma no Limbo; que influências podemos esperar deste planeta em tão funesto sítio? Ora digo que é felicíssimo auspício ter neste nascimento a S. José debaixo da terra; porque ainda que os planetas debaixo da Terra tenham perigosas influências, tiram-se por excepção os planetas que são Josés: os planetas que são Josés, para influírem felizmente, hão-de estar debaixo da Terra.
Estava o patriarca José em Egipto: morreu, e diz o Texto sagrado, que depois de sua morte, cresceram muito os israelitas em número e poder: Quo mortuo, creverunt filii Israel quasi germinantes multiplicati shunt, ac roborati nimis, impleverunt terram [Os filhos de Israel foram fecundos e se multiplicaram; tornaram-se cada vez mais numerosos e poderosos, a tal ponto que o país ficou repleto deles. Êxodo 1, 6-7.] Que os filhos de Israel crescessem pelos merecimentos de José, não me admira; antes assim havia de ser, que isso quer dizer José, aumento e crescimento: Joseph accrescens. O que me admira é que crescessem os Israelitas depois dele morto: Quo mortuo. Se José quer dizer crescimento, e os filhos de Israel cresceram por sua influência, porque não cresceram em sua vida, senão depois de sua morte? A razão é porque para se lograrem as influências de José, há-de estar debaixo da terra. Delicadamente o tirou Hugo Cardeal do mesmo Texto. Diz o Texto que: Creverunt quasi germinantes, cresceram os filhos de Israel, assim como crescem as plantas. Bem dito, diz Hugo: Uno grano emortuo, multa creverunt: Cresceram os filhos de Israel como as planta; porque assim como as plantas, para nascerem, e crescerem, é necessário que a virtude de que nascem, se enterre primeiro debaixo da terra; assim para que a virtude de José influísse aumentos nos filhos de Israel, foi necessário que ele morresse e se enterrasse primeiro: Quo mortuo, creverunt. Os outros planetas hão-de estar em cima, mas os Josés debaixo da terra.
Grande advertência de Filo. Pode-se duvidar a razão porque José se mostrou tão benigno, e fez tantos favores e mercês a seus irmãos, de quem recebera tantos agravos. Digo que se pode duvidar; porque bem mostraram os primeiros dois irmãos, Caim e Abel, que não basta a razão de irmandade para abrandar corações. E se um irmão respeitado mata; um irmão ofendido, que fará? Pois se José estava tão ofendido de seus irmãos, como se mostrou tão benigno e liberal com eles? A razão, disse Filo, que foi por umas palavras que disseram a José os irmãos. Quando lhe deram conta de si, disseram que eram doze; os dez que ali estavam, um que ficara com o pai, e outro que morrera, que era o mesmo José. As palavras foram estas: Duodecim fratres sumus: minimus cum patre nostro est, alius non est super [“Somos doze irmãos: o mais novo está agora com o nosso pai e há um que não mais existe”; Génesis 42, 13]. O menor de todos, Benjamim, ficou com o pai; o outro, que era José, Non est super, já não está em cima, está debaixo da terra. Já está debaixo da terra José? Por isso se mostrou tão benigno, e liberal com os irmãos, diz Filo: Alius non est super, de se loquentes audiens, quid animi habere potuit? Ouvindo dizer José que já não estava em cima, senão que estava debaixo da terra, que outra coisa pode fazer senão amar, favorecer, e influir beneficamente liberalidades? Os outros planetas, para influírem benignamente, hão-de estar em cima; mas José, quando não está em, cima, senão debaixo da terra, como hoje assim tem o hebreu: Hodie non est super no dia em que não está em cima, senão debaixo da terra, então influi vida, mercês, felicidades, e aumentos.
III
Temos visto o nascimento real de João o Amado, e o sítio do Planeta, em que nasce debaixo da terra, no mesmo, ou semelhante dia; e porque os dias, como diz David, também se falam e se entendem uns com os outros: Dies diei eructat verbum [“o dia entrega a mensagem a outro dia”; Salmo 18, 3.]; com razão perguntará o dia do nascimento de Sua Majestade ao dia, em que nasce, de S. José, que influências pode ou deve esperar de tão divino Planeta. g resposta não é como a dos matemáticos, duvidosa e incerta; mas tão certa e sem dúvida, como tudo o que dizem os evangelistas. Vamos ao nosso Evangelho, que é de S. Mateus, no capítulo primeiro, e ouçamos com admirável propriedade o que diz, como se falara deste dia, e do nosso caso: Cum esset desponsata Mater Jesu Maria Joseph. Estava, diz, a Mãe de Jesus, Maria, desposada com José. Onde se deve advertir, que a palavra desposada não significa promessa recíproca de bodas futuras, senão verdadeiro e actual matrimónio por contrato, e palavras de presente, como consta do mesmo Texto: Noli timere accipere Mariam conjugem tuam: [“não temas receber Maria, tua mulher”; Mateus 1, 20.] mas a cortesia do Evangelista não disse, casada, senão desposada, como termo mais decente e decoroso. O que suposto, era a Senhora já Mãe de Jesus, porque tinha concebido ao Verbo Eterno; mas antes de Mãe, primeiro desposada. E porquê? Como era, e havia de ser sempre Virgem, tanto importava ser primeiro desposada, como depois: porque razão logo ordenou a Providência Divina, que não concebesse ao Filho de Deus, senão depois de desposada: Cum esset desponsata Mater Jesu? A razão principal é porque convinha e era necessário que a conceição e parto da mesma Virgem estivesse encoberto: Ut virginues partus celaretur. Assim o dizem S. Jerónimo, S. Basílio, S. João Damasceno, Santo Ambrósio, S. Bernardo, e é comum dos santos padres. Constava da Sagrada Escritura pelo oráculo e testemunho do profeta Isaías, que o Messias, e Rei prometido para Redentor do mundo havia de nascer de uma Virgem: Ecce, Virgo concipiet et pariet Filium [“Eis que a jovem concebeu e dará à luz um filho”; Isaías 7, 14.]. E porque este Rei não só na Terra, senão no mesmo Inferno, havia de ter muitos émulos e inimigos, esta era a importância, e necessidade porque convinha, e tinha ordenado a Divina Providência, que estivesse encoberto a todos, como com efeito se encobriu no desposório, ou matrimónio da Virgem Santíssima com S. José, parecendo que não tinha mais mistério a conceição, e nascimento daquele Filho, que o comum e ordinário dos outros homens.
Que semelhança tem agora, ou que propriedade em S. José a providência de Deus neste mistério com o nascimento de Sua Majestade, que Deus guarde, no dia do mesmo Santo? Disse-o Ruperto com umas palavras, que se lhe pedíramos as fizesse de encomenda, não vieram mais nascidas ao intento: Ut esse Sponsus, custosque Beatae Virginis, ac nati ex ea Regis. Desposa-se José com Maria, e nomeadamente com Maria Mãe de Jesus, porque o fim destes desposórios foi ser José Esposo da Virgem, e guarda do Rei nascido: Custos nati Regis. Oh grande excelência! Oh grande glória! Oh dignidade superior a todos os santos a de José! Que os foros da mesma omnipotência nasçam debaixo de seu amparo, e que não tendo Cristo Anjo da Guarda, porque é Deus, tenha por Custódio um homem, que é S. José: Custus nati Regis! Grande glória de José, e grande graça também do nosso rei, e reino! Que o amasse Deus, e cuidasse do seu remédio com tão especial providência, que o patrocínio que deu em seu nascimento ao Rei que havia de restaurar o mundo, esse mesmo patrocínio desse em seu nascimento ao rei que havia de restaurar a Portugal! Um e outro nasceu debaixo da mesma protecção, um e outro nasceu debaixo da tutela e amparo de S. José: Joseph custos nati Regis.
Sendo pois estes dois reis nascidos ambos reis, ambos redentores, e ambos encobertos; o primeiro, como diz a profecia de Isaías: Vere tu es Deus absconditus, Deus Israel Salvator [“Tu és um Deus que se esconde, ó Deus de Israel, o Salvador”; Isaías 45, 15.][1]. O segundo prometido pela profecia, e tradição de Santo Isidoro a Espanha, não com outro nome, ou antonomásia, senão a do Encoberto; vejamos quão particularmente encobriu a um e outro, o que a um e outro deu Deus por guarda o cuidado e vigilância de S. José. A Cristo encobriu-o, como Esposo de Maria, nove meses e treze dias desde sua conceição até depois de seu nascimento, em que o descobriu a estrela no Oriente aos Magos, e os Magos em seguimento dela a toda Judeia. E como o encobriu? Spiritus Sanctus superveniet in te, et virtus Altissimi obumbravit tibi [O anjo lhe respondeu: “O Espírito Santo virá sobre ti e o poder do Altíssimo vai te cobrir com a sua sombra”; Lucas 1, 35.] A Virgem Senhora nossa tinha dois Esposos, um divino, outro humano. O Esposo divino era o Espírito Santo; o humano, S. José. Do primeiro Esposo era obra o Filho concebido, como disse o Anjo à mesma Virgem: Spiritus Sanctus superveniet in te: acrescentando: Et virtus Altissimi obumbravit tibi: que a virtude do Altíssimo lhe faria sombra. E que sombra foi esta, ou quem foi esta sombra? Foi sem dúvida o segundo Esposo, a cuja sombra esteve a Virgem depois de desposada, e com a sombra e nome de Pai, encobriu o que verdadeiramente não era seu Filho. Assim ficou o Rei, e Redentor, que havia de ser do mundo, encoberto desde sua Encarnação nove meses até seu Nascimento, e treze dias, até que a estrela e os Magos, e Deus por eles o descobriu ao mundo: Ubi est, qui natus est Rex Judaeorum? [“Onde está o rei dos judeus recém-nascido?”; Mateus 2, 2.]
Mas se S. José guardou encoberto a Cristo nove meses e treze dias; que comparação tem este tempo, que não chega a um ano, com mais de trinta e seis anos inteiros em que teve encoberto ao rei encoberto de Portugal, desde o dia de seu nascimento até o felicíssimo de sua restituição? Vejo que me respondem, que S. José não só encobriu a Cristo naquele primeiro ano não acabado, mas em outros, cujo número certo se não sabe. Sabendo pelo Anjo que Herodes entre os Inocentes de Belém, queria tirar a vida a Cristo, fugiu de Judeia para o Egipto, e depois da morte do mesmo Herodes, sabendo também por aviso do Céu, que reinava em Judeia Arque seu filho, retirou-se para Galileia. De sorte que para encobrir o primeiro Rei nascido, tomou por meio tirá-lo diante dos olhos dois reis seus inimigos, e escondê-lo em terras estranhas. Porém para encobrir o segundo rei, não só no seu nascimento, nem na sua infância, puerícia, ou adolescência, senão na idade de varão perfeito em tantos anos, a traça com que o encobriu a outros dois reis, que não menos lhe podiam tirar a vida e a coroa, qual seria? Verdadeiramente milagrosa, e digna da Omnipotência Divina. Dentro na mesma Espanha, dentro no mesmo Portugal, e diante dos olhos dos mesmos reis, escondeu e encobriu de maneira ao encoberto, que vendo-o, o não viam, nem viram. É, certo que assim foi, mas duvidoso, como podia ser.

No dia da Ressurreição ajuntou-se Cristo aos dois discípulos que iam para Emaús, os quais, em todo aquele caminho, O viam e ouviam, sem O conhecerem. Porventura transfigurou-se Cristo, ou mudou as feições do rosto? Por nenhum modo. Pois se eram seus discípulos, costumados a vê-l'O todos os dias, e agora O estavam vendo, e no seu rosto não havia mudança, como O não conheciam? Responde o Evangelista: Oculi eorum tenebantur, ne eum agnoscerent [“seus olhos, porém, estavam impedidos de reconhecê-lo”; Lucas 24, 16.] A palavra tenebantur, melhor se pode entender, do que declarar na nossa língua: Tenebantur, estavam detidos: Tenebantur, estavam presos: Tenebantur, estavam suspensos: Tenebantur, estavam em si, e fora de si, como extáticos os olhos que O viam, e não conheciam. Fazendo este milagre nos Discípulos a omnipotência de Cristo; e nos reis, que tanto podiam temer, e acautelar-se do que hoje é nosso, a mão invisível de S. José. Desde o princípio em que se fizeram senhores de Portugal aqueles reis estranhos; Filipe II tinha diante dos olhos a senhora D. Catarina; Filipe III ao duque D. Teodósio; Filipe IV a Sua Majestade, que finalmente lhe tirou da cabeça a coroa; e vendo-os, não conheciam o que neles deviam recear e temer, cegando-os S. José com a mesma luz de seus olhos; e cobrindo o seu e o nosso encoberto com o descobrir.

Assim desempenhou o grande santo a obrigação que tinha de encobrir, e provar o nome de encoberto no novo rei, nascido no seu dia: mas ainda lhe falta, ou nos falta uma maior consideração e vigilância deste seu empenho. O ódio, a emulação, a cautela, o receio de perder o ganhado em Portugal, que tinham os reis estranhos, a grandeza do poder, e a doçura do possuir, podia lisonjear e adormecer todo este cuidado; mas da nossa parte, e em nós, os Portugueses, além da dor do perdido, estava com os olhos abertos ao remédio o amor, o desejo, e a necessidade. O amor ainda que é cego para ver, é lince para adivinhar: o desejo é um afecto sempre ardente e inquieto, que não sabe sossegar um momento: sobretudo a necessidade da redenção, da liberdade, e de rei natural, era a que mais apertava os cordéis a este tormento, e tinha com a soga na garganta todos estes afectos. E como podia ser, que sendo eles tão vigilantes, e tendo sempre o direito da coroa, e a pessoa do rei a quem pertencia, diante dos olhos, de tal sorte a encobrisse S. José, que a ninguém viesse ao pensamento ser ele o que o havia de recuperar"? Mas em encobrir o nosso encoberto neste grande perigo de o declararem as evidências, ou conjecturas de algum destes afectos, mostrou o Santo, quão alta e delicadamente observou as obrigações do ofício de o guardar: Custos nati Regis; equivocando milagrosamente um rei com outro rei, e encobrindo um vivo com outro morto. Perdeu-se, ou morreu na batalha de África el-rei D. Sebastião, e puderam tanto as saudades de um rei, que se tinha perdido a si e a nós, que sem se divertirem aonde deviam, deram em esperar dele, e por sua vida e vinda, a nossa redenção; e este foi o altíssimo conselho, com que S. José, debaixo das cinzas do rei passado e morto, conservou e teve encoberto o rei futuro e vivo. Não vemos conservar-se vivo o fogo debaixo das cinzas que o encobrem? Pois assim conservou e encobriu S. José a vida de el-rei, que Deus guarde, debaixo das cinzas de el-rei D. Sebastião defunto. É o que diz expressamente Isaías, no capítulo 61. Promete Deus ali de alegrar os tristes, de consolar os desconsolados, de libertar os cativos, e conclui, que pelas cinzas lhes dará a coroa: Ut mederer contritis corde: et praedicarem captivis indulgentiam: ut consolarer omnes lugentes [Isaías 61, 1, 2 e 3.] e finalmente: Et darem eis coronam pro cinere. Assim estava Portugal triste, assim estava desconsolado, assim estava cativo, e assim lhe prometia S. José a coroa perdida debaixo das cinzas do rei morto reputado por vivo; e assim conservava vivo e encoberto aquele que verdadeiramente havia de restituir aos tristes, desconsolados e cativos a coroa perdida. De maneira que encoberta a verdade debaixo do engano, a esperança, debaixo da desesperação, a vida debaixo da morte, e a coroa debaixo das cinzas, aos príncipes estranhos, que tudo isto tinham por riso, não lhes dava cuidado o remédio; e os vassalos, amigos e naturais, que o tinham, pouco menos, quase por fé, com milagrosa providência, enganada a sua dor, o seu amor, o seu desejo, e a sua necessidade, se consolavam e animavam da falsa e equivocada esperança até que a verdadeira, debaixo dela encoberta, ao tempo destinado pelo Céu, lhe trouxe a felicidade que hoje logramos.

IV
Certo que ponderar cabalmente esta felicidade, será causa de não faltar nunca Portugal ao eterno agradecimento a S. José. Que uma vida (não sejamos ingratos, por não saber o que devemos a Deus), que uma vida, em que estavam fundadas as consequências, que hoje se logram, apesar da emulação de dois reis, debaixo de sua mesma jurisdição se conservasse! Que nasça a décima sexta geração de Portugal tão esperada, e que sendo décima sexta por três dias, nem o amor dos naturais, nem os ciúmes dos estranhos em trinta e sete anos o descobrisse! Vivo apesar de tantas advertências políticas, encoberto, apesar de tantas evidências manifestas! Grandes milagres da Providência Divina; e este segundo, a meu ver, ainda maior. E se não, pergunto: Qual foi a razão, porque ordenou Deus que o libertador que havia de ser de Portugal, se conhecesse tantos anos antes no mundo, não pelo nome de libertador, senão pelo nome de encoberto? A razão foi; porque maior milagre da Providência era conservá-lo encoberto, que fazê-lo libertador. Fazê-lo libertador, foi deliberarem-se os homens a uma coisa muito útil; conservá-lo encoberto, foi cegarem-se os homens a uma coisa muito manifesta: e maior milagre é encobrir evidências ao entendimento, que persuadir conveniências à vontade. O que todos ponderam, o que todos admiram, o de que todos fazem maior caso é, que se unissem, e concordassem as vontades de todo um reino, para fazer o que fizeram. Muito foi; mas bem considerado, não foi muito; porque, que muito que as vontades dos homens se persuadissem a uma coisa tão útil, e tão honrosa, como ter reino, ter rei, ter liberdade, viver sem cativeiro e sem opressão? Porém que o autor felicíssimo de todo este bem nascesse e vivesse entre nós tão retratado pelos oráculos divinos, e ainda nomeado pelo próprio nome, e o tivesse Deus encoberto, sem que o amor, nem a emulação, que são os dois afectos mais linces, o descobrissem! Que o vissem os olhos, e que guardasse segredo o entendimento! Que suspirassem os desejos, e que não bastassem as maiores advertências! Dissimulado a evidências, e encoberto a olhos vistos! Este é o maior milagre, esta a maior maravilha, mas agora exercitada, e muitos séculos antes já ensaiada: por quem? Pelo autor da mesma protecção, S. José.

Conta o Texto sagrado no quarto Livro dos Reis, capítulo onze, que em uma ocasião quiseram tirar a vida tiranicamente os herdeiros do sangue real de Israel ao menino Joás; porém que Josabá o livrou do perigo, e o criou escondidamente: Abscondit eum, ut non interficeretur até que passados alguns anos, os nobres do povo se uniram, e todos com as armas nas mãos entraram no paço real, e impedindo as guardas em um sábado, aclamaram por rei a Joás, e o meteram de posse do reino, que lhe pertencia, lançando do paço a Atalia, uma senhora que então governava. Desta maneira refere o Texto este caso, e bem se vê, que é tão próprio do que sucedeu em Portugal, que se ao nome de Joás se mudara o s, em m, se pudera trasladar este capítulo, e escrever-se em nossas crónicas. Bem está: mas quem fez isto? A quem se deve esta façanha! Quem há-de levar a glória desta maravilha? Quem? S. José. Diz Isidoro Isolano que Josabá, a cuja indústria deve sua vida e restituição Joás, foi figura de S. José, Esposo da Virgem Joseph profecto in Josaba praefiguratus est, quae Joas Infantem clam nutrivit, et aluit, ao regem Israel tandem constituit. Hei-de construir as palavras ao pé da letra, para maior glória de S. José, e maior evidência do nosso caso. Joseph profecto in Josaba praefiguratas est. Verdadeiramente S. José foi figurado em Josabá: Quae Joas infantem clam nutrivit, et aluit: que guardou ao infante Joás vivo e encoberto: Ac regem Israel tandem constituit: e finalmente o fez rei de Israel, metendo-o de posse do reino, que lhe tocava. E não é isto mesmo, o que fez S. José com o rei e reino de Portugal? Nem o caso pode ser mais próprio; nem eu quero dizer mais nesta matéria.

Estas são as obrigações em que S. José tem empenhado a Vossa Majestade, Senhor; e as consequências delas são, que assim como S. José não só foi Salvador do Salvador, senão também do mundo; assim não foi só Salvador do nosso Libertador, senão também do Reino libertado. Espero em Deus que o hei-de provar literalmente. Benedictio illius, qui apparuit in rubo, veniat super caput Joseph [Deuteronómio 33, 16.] A bênção daquele que apareceu na sarça, desça sobre José. Esta bênção foi lançada ao patriarca José, e diz o Pelusiota e outros, que se cumpriu em S. José, Esposo da Virgem. E qual foi a bênção daquele, que apareceu na, sarça a Moisés? Ele mesmo o disse: Vidi afflictionem populi mei, et descendi ut liberem eum [“eu vi, eu vi a miséria do meu povo, por isso desci a fim de libertá-lo” Êxodo 3, 7 e 8.] Vi a aflição do meu povo debaixo do poder de um rei estranho, e desci do Céu a libertá-lo. Pois se a bênção do que apareceu a Moisés na sarça, é ser libertador do povo oprimido do poder de um rei estranho, e esta bênção se cumpriu em José, Esposo da Virgem; digam-me agora, os historiadores, quando se cumpriu esta bênção, senão na restauração de Portugal. Viu o Santo as aflições deste povo verdadeiramente seu; e desceu do Céu a libertá-lo, guardando com particular providência a vida do nosso felicíssimo libertador, como fez à de Cristo, segundo a protecção que tomou em um e outro nascimento: Custos nati Regis, que foi o fim com que se desposou com a Virgem: Cum esset desponsata Mater Jesu Maria Joseph.

V
Tenho acabado o sermão; de todo ele quisera tirar somente uma coisa, queira o Senhor que seja tão bem recebida nos ânimos de todos, como é a todos necessária e importantíssima. O que concluo de todo este discurso é, que deve o reino de Portugal tomar solenemente a S. José por particular advogado, e protector de sua conservação e aumentos. A razão que tenho para isto, é a mais eficaz, que pode ser: querer Deus que seja assim, nem nós devemos querer outra coisa. Sonhou el-rei Faraó que haviam de vir a seu reino aqueles catorze anos de vária fortuna, e dizendo-lhe que importava prevenir-se de algum varão de grande prudência, que superintendesse. à conservação e remédio do reino, Placuit Pharaoni consilium [O conselho agradou ao Faraó» Génesis 41, 37], contentou o conselho ao rei, e voltando-se para José, disse: Nunquid sapientiorem, et consimilem tui invenire potero ? [“não há ninguém tão inteligente e sábio como tu”; Génesis 41, 39.] Porventura, José, posso eu achar algum que seja mais sábio, mais prudente, e em cujas mãos e conselho esteja mais segura minha monarquia? O ceptro e a coroa ponho debaixo do vosso patrocínio, mandai, ordenai, despendei, não como vassalo, mas como pai. O mesmo digo no nosso caso.

Isidoro de Isolano já acima alegado, autor, que há muitos anos que escreveu, admirando-se muito de que em seu tempo não fosse celebrado na Igreja o glorioso S. José, conclui assim: Suscitabit Dominus sanctum Joseph ad honorem nominis sui, caput, et patronum peculiarem imperii militantis Ecclesiae. Esteja embora esquecido por agora S. José, e não seja sua memória tão celebrada como merece; que Deus levantará este grande santo a seu tempo, para que seja particular padroeiro do seu império na Igreja militante: Patronum peculiarem imperii militantis Ecclesiae. Duas coisas havemos de saber para entendimento destas palavras: uma, quando se começou a celebrar S. José; outra, qual é no mundo o império de Cristo. O tempo em que se começou a celebrar S. José, foi pontualmente depois da perda de el-rei D. Sebastião, de triste memória, e antes da felicíssima restituição à coroa de el-rei D. João nosso senhor; para que posto entre a ruína do Reino, e o remédio: compadecido da ruína, a remediasse. E o império de Cristo qual é? O mesmo Senhor foi servido de no-lo explicar, quando disse a nosso fundador, o senhor rei D. Afonso Henriques: Volo in te, et in semine tuo imperium mihi stabilire. Quero em vós, e em vossa descendência estabelecer o meu império. Pois se Deus levanta no mundo a S. José, quando quer levantar a Sua Majestade por rei: se o império de Cristo na Igreja militante somos nós; e S. José há-de ser particular padroeiro deste império: que resta, senão que efectivamente se conclua de nossa parte, que é o constituir e reconhecer com pública solenidade a S. José por protector particular do reino de Portugal, e sua conservação; dizendo a este José, o que os Egípcios disseram ao outro: Salus nostra in manu tua est, respiciat nos tantum Dominus noster, et laeti serviemus regi [“Tu nos salvaste a vida! Achemos graça aos olhos de meu senhor e seremos os servos do Faraó.”; Génesis 47, 25]?

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿CUANTAS RAZAS HAY?


UNA BUENA NOTICIA PARA LOS AFRICANOS Y LOS QUE VIVEN EN AFRICA

Del África venimos, del África somos.

ALUMNA ¡Profesor!

PROFESOR ¿Sí?

ALUMNA Profesor, ¿le puedo hacer una pregunta?

PROFESOR Para preguntar no hay que pedir permiso. Quien hace preguntas, pasa por ignorante una vez. Quien no las hace, se queda ignorante toda la vida. Así que, pregunta lo que quieras.


ALUMNA Profesor, ¿cuántas razas hay en el mundo?


PROFESOR ¿Cuántas razas?

ALUMNO 1 ¡Eso es fácil!... ¡Hay una raza por cada continente!

PROFESOR ¿No me digas?
ALUMNO 2 ¡No, profesor, yo lo sé!... Hay cuatro razas, cuatro: blanca, amarilla, negra y… y cobriza. ¿Es o no es, ah?

PROFESOR ¿Con que cuatro razas, verdad? Y tú, Anais, ¿qué dices?

ANAIS (PETULANTE) No sé cuántas habrá… pero una raza es superior: la nuestra, la blanca.


PROFESOR Pues… pues investiguemos cuántas razas hay y si alguna es superior a las otras. Investiguemos.La respuesta está en las mitocondrias.


LOCUTOR Las mitocondrias son estructuras diminutas dentro de las células que nos ayudan a producir energía.

LOCUTORA Las mitocondrias se heredan de la madre, no del padre.

LOCUTOR Pasan de madre a hija…

LOCUTORA De hija a nieta…

LOCUTOR De nieta a biznieta…

LOCUTORA Si la historia humana fuera una película y la echamos hacia atrás, podríamos retroceder, de generación en generación, hasta nuestros orígenes.

LOCUTOR Podríamos llegar a la madre de todos los seres humanos.

LOCUTORA Todas las mitocondrias femeninas, como enlazadas en un larguísimo cordón umbilical, conducen a…


LOCUTOR ¡África!

LOCUTORA Hace 150 mil años, en lo que hoy es Kenia, Tanzania y Etiopía, evolucionaron los primeros seres humanos.

LOCUTOR Allí vivió aquella mujer.

LOCUTORA De ella descendemos los 6,500 millones que hoy habitamos el planeta.CONTROL


PROFESOR ¿Ya ven, muchachos? La genética revela sin lugar a dudas que África fue la cuna de la humanidad.

ANAIS ¡Un momento, un momento, profesor!... Si eso es verdad… ¿quiere decir que Eva fue negra?

PROFESOR Exactamente.

ANAIS ¿Y que nuestros antepasados fueron negros… y negras?

PROFESOR Exactamente.

ANAIS Y entonces, ¿de dónde salen tantas razas distintas?

PROFESOR Di mejor tantos colores de piel distintos. Porque sólo hay una raza, la humana ALUMNO 2 ¡Qué estupidez!... ¿Y por qué yo soy blanco, eh?

PROFESOR Porque te falta melanina…

ALUMNO 2 ¿Melanina? No conozco a esa señora…

PROFESOR Atiendan bien. La melanina es el pigmento que da color a la piel. En África, con tanto Sol, la piel es oscura. Es una protección natural contra los rayos ultravioleta que producen cáncer.


PROFESOR Cuando nuestros antepasados viajaron a climas fríos fueron perdiendo melanina para poder captar los rayos solares que les permitían asimilar la vitamina D.

ALUMNA Pero, profesor, si yo le entiendo bien… entonces un blanco no es otra cosa que… ¡que un negro desteñido!


ALUMNA Y una blanquita como Anais… ¡una negra despintada!


PROFESOR Pues sí, muchachos. Científicamente, es así. La única diferencia entre las llamadas “razas humanas“ consiste en un poquito más o un poquito menos de melanina.

ALUMNO 1 ¡Ah, pues, los racistas se jodieron!


ANAIS No me convence porque en Canadá y otros países fríos viven personas negras y no se despintan.ALUMNO 1 Y tu abuela, ¿donde está?

PROFESOR Es que el cambio de color no se da en una generación, sino a través de miles de años. La naturaleza siempre trabaja con paciencia.


De veras, muchachos. Los colores de la piel, los cabellos crespos o lacios, las narices chatas o alargadas, los ojos achinados o redondos… son simples adaptaciones del cuerpo humano a los diferentes ambientes en que han vivido nuestros antepasados. No hay diferentes razas, sino diferentes climas.


Tenemos la misma sangre, pertenecemos a una sola familia.


Del África venimos, del África somos.

BIBLIOGRAFÍA José Enrique Campillo Álvarez, La cadera de Eva, Ares y Mares, Barcelona 2005.

 

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